21 septiembre 2009

Borrador 1.

¿Un minuto mágico y maravilloso?
No existe, es un viaje de la vieja escuela, con piernas pasadas por cigarrillo y alcohol, che. Olor a mañanas borrascosas, incienso, mirra y pan. Bostezos excitantes, acompañados de lavativas aromáticas para el goce del buen pastor.
Unas perras de $120, pero no putas, más baratas que el coste de mi madre cuando papá la sacaba a recorrer. Mujeres de alto calibre, no más que este, benditas madres sin hijos, amamantando bastardos muertos de sed.
Así caen lamentos: Doñas que no pueden vivir, doñas que te sonríen, pero dan la mascada a escondida. El dolor es imperceptible, pero imperecedero. Vida acuosa, salina, con intermitentes rogativas hacía su señor. El que paga, sabe.
¿Qué pretendes?
El tango arrabalero resuena ahogado en una esquina y no lo oigo, pues de tanto escucharlo, sordo estoy. Parroquianos ortodoxos, mirando al sol naciente. Pesan los ojos, pero brilla por su ausencia la conciencia. Aquí somos todos hermanos, roguemos al señor.
No existe crimen, no existe resquemor. La balanza cae a tu favor, pero la justicia es divina, ya entenderás que no eres el gran campeón. Gozoso y arrobado por el manto inmaculado, manchado en sangre y semen, de la que me acogió. Pueden ir en al paz del señor.
Salta y danza.
Puedo decir: salta, Blanca, salta. Maya ya va a danzar.
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