Destemplados
están los vientos iracundos de odio y terror que traen los nuevos
días.
El
desamparo de la carne, el desolador provenir, la incertidumbre de la
ira.
Leones
sueltos parecen corderos tiernos que van directo al fuego
purificador, pero la ferocidad de tales esperpentos no es más que el
reflejo del horror a la perpetuidad, de lo iterativo de la especie.
No
aprendemos jamás y repetiremos los mismos errores por siempre.
Cuando
el cambio suceda, pero jamás lo hará.
Odia
y ama, no cambiaremos el devenir de la raza enferma que nos toco
perpetuar.
La
muerte, fiel compañera, determinará la posteridad.
No
anticipa su retorno, pero llegará.