14 diciembre 2010

El ocaso del tiempo destina un nuevo amanecer. Cuando las sentidas autopistas ya marchitan la ruta, un nuevo camino aparece ante nuestros ojos. El placer de recorrerlo es individual. Cada uno puede tener ásperas experiencias como orgásmicas sesiones de particular placer. Nadie esta preparado para la ruta, siempre las expectativas son altas, pero el camino es trunco, se hace angosto, debilita nuestra marcha. La lluvia, el frío, el calor extremo, son obstáculos para los andantes. La falta de lamento, de agua son también problemas que se arrastran para el que no es precavido.
Dejé todo atrás, no quiero regresar, volver al punto de encuentro, a la nada. Quiero vagar en estas tierras inermes, sin compasión ni destino. Quiero sentarme en la calzada, mojar mis pies en charcos putrefactos. Quiero volver al origen, la realidad verdadera, lo primigenio. No quiero pertenecer a un mundo pérfido, que oculta el rostro. La inmaculada verdad se ha extinguido, dejando paso a la fealdad de la mentira presente.

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