Te dije que no
escribiría palabras presuntuosas que ya no te interesan, palabras
sin soporte que continuarán en la ignominia perpetua. Bueno,
imaginé que te lo dije, pues tú no eres parte de mi existencia. Un
día decidiste desaparecer y jamás volví a saber de ti.
Aunque no quiera
evocar empalagosos momentos, me resulta imposible cuándo recorro a
ciertas horas y por ciertos lugares que me llevaban al encuentro de la felicidad
insensata que eras tú, y nos abrazó un tiempo efímero. Imposible borrar de mi ser
las sensación nerviosa, tímida, amante y deseosa que me despertaba
sólo oír tu voz, leer tus palabras o saber que te vería pronto,
para sedarme con la ternura que me provocas.
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