No
sé si todo es diferente o el que cambió fui yo.
Nada
perdura, el flujo del cambio no detiene su cauce.
La
roca base no está dónde estaba ayer.
Esta
noche el recuerdo es un invitado oscuro que no ve cómo brotan
lágrimas por lo que ya no es.
Amistades
inexistente, amores inconclusos y personas que ya no están.
Hogar
consumido por el crepitar del ayer, por lo que no es, por lo que no
vendrá.
El
nuevo inicio de la carne anciana, corrompida por la iniquidad.
Sensación
de desamparo, deseo de volver a no existir, de inmortalizar los
abrazos y no volver a repetir fatales errores.
A
pesar de todo anhelo, el cambio debe ser perpetuo:
no
regresar, no retroceder.
El
resurgir es imperecedero, una y otra vez pervive mi inmortalidad.
La
desesperanza siempre logra alcanzarme, pero ya somos amantes exiguos:
me
ama, me posee y luego se va sin avisar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario