19 enero 2008

En aquel poblado lejano, una vieja historia se cierne sobre las mentes discordantes de sus habitantes. La ven pasar frente a sus ojos día tras días y siguen creyendo que es historia antigua, cosas de ancestros. No saben lo que tienen sobre esa vista nubosa, la ignoran, le escupen, la insultan, pero ella continua altiva.


Regresó luego de un largo viaje a través del mundo antiguo, drogándose con los hippies y los punkies, disfrutando de la onda disco, y luego descuartizando anímales en la brecha generacional de los 80s. También recibió la enseñanza de las pirámides erigidas en honor a sol, ese astro luminoso que a lo largo de su jornada va matando más nuestras esperazas de poder seguir adelante en este infierno mutante. Volvió en el silencio en el que no se fue, dio su gira mundial y destrono el poder del papa.


Pero también tengo que decir que no es tan cierta esa cosa que se cuenta sobre ella. Ella no es la gran hazaña que pudo suceder, es mas bien un cuento dramático, triste, ahogado en llanto viseral sin sentido aparente. Se cree que es cierto, pero en el fondo sabemos que es falso, solo yo se la verdad. Quizás solo yo la entiendo.


Esta gran epopeya, esta increíble metáfora de los aldeanos aun sigue presente en sus corazones, siempre la traen a colación cuando se aproxima el invierno, por que saben que esta historia en busca de libertad les da una esperanza en sus míseras posibilidades de subsistir. Saben que esta les da la verdadera razón de creer en el mañana, de no perder esperanzas.

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