La
noche fue nuestra cómplice, nuestra aliada confidente que nos
arrulló con ternura. Aprendí nuevas maneras de expresarme ante el
amor, estímulos que me ungieron como un ferviente creyente luego de
mi apostasía ante la vida y la muerte. Eres TÚ la cara mitad, nena,
aquella que al amparo de la noche eterna fijó con pasión sus dulces caricias
en mi descreída y apocada esencia. Me
enamoré sin arrepentimiento, mas siento un dolor egoísta que me
cala los huesos, sentimiento mezquino que te añora, pero adora tu
libertad y grandeza. Mi querer no ha sido en vano,cariño, siempre
hacia adelante para alcanzar nuestros anhelos es la respuesta.
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