07 junio 2018


El hijo del rey Kong llegó desde Skull Island a la Universidad de Concepción cómo estudiante de intercambio. Durante el periodo pernicioso de bienvenida a los alumnos, este joven extranjero se emborracha por primera vez en su vida y en un ataque de locura hace un recorrido solitario. Se encuentra con los restos óseos de una ballena y lo confunde con uno de los enemigos de su padre. Lo ataca con extremo salvajismo. La gente huye pavorida por esta acción causada por diferencias culturales y él llora silenciosamente por el rechazo. Entre los arbustos vomita sus lamentos y sus alegrías. Pasa un grupo de sus compañeros y al reconocerlo le ofrecen la maldita droga. Se van a fumar al campanil, que está atestado de cabezas rapadas malolientes. Se sume en una discusión absurda con un borracho que estaba robando bicicletas -¿La naturaleza del espíritu?-. Sintiéndose atacado por sus contertulios comienza una batalla despiadada y acorralado sube por la torre del reloj. Está en la cima prensado los cuerpos y lanzándolos al piso (uno roza mi piel helada y asustadiza). Golpea su pecho, grita enajenado por el desaire ...

-Esta historia no tiene sentido. Les pido disculpas por no encontrar el remate (¿este es?). Ha sido un gusto saludarlos. Ahora pueden pasar al siguiente texto ¡Buena suerte!

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