El
hijo del rey Kong llegó desde Skull Island a la Universidad de
Concepción cómo estudiante de intercambio. Durante el periodo pernicioso de bienvenida a los
alumnos, este joven extranjero se emborracha por primera vez en su
vida y en un ataque de locura hace un recorrido solitario. Se
encuentra con los restos óseos de una ballena y lo confunde con uno
de los enemigos de su padre. Lo ataca con extremo salvajismo. La gente huye
pavorida por esta acción causada por diferencias culturales y él
llora silenciosamente por el rechazo. Entre los arbustos vomita sus
lamentos y sus alegrías. Pasa un grupo de sus compañeros y al
reconocerlo le ofrecen la maldita droga. Se van a fumar al campanil,
que está atestado de cabezas rapadas malolientes. Se sume en una
discusión absurda con un borracho que estaba robando bicicletas -¿La
naturaleza del espíritu?-. Sintiéndose atacado por sus contertulios
comienza una batalla despiadada y acorralado sube por la torre
del reloj. Está en la cima prensado los cuerpos y lanzándolos al
piso (uno roza mi piel helada y asustadiza). Golpea su pecho, grita
enajenado por el desaire ...
-Esta
historia no tiene sentido. Les pido disculpas por no encontrar el
remate (¿este es?). Ha sido un gusto saludarlos. Ahora pueden pasar
al siguiente texto ¡Buena suerte!
No hay comentarios:
Publicar un comentario